viernes, 13 de abril de 2012

Manifestaciones del Turismo


Por Jorge Amonzabel Las ciudades que han mantenido su devota acción a festejar los días y méritos de sus mentores espirituales, han alcanzado para el siglo veinte y veintiuno, una fama que representan diversas expresiones espirituales del ser humano y lo sobrenatural. Si bien para algunos no hay milagros, aunque algunos manifiestan que sí; las personas toman atención de estos referentes que se hacen destinos turísticos, porque pretenden encontrar una respuesta a su fe, creencia y paz interior. Los Templos, hombres y mujeres santas, montañas, lugares de recogimiento espiritual y hechos prodigiosos acaecidos en una zona; representan la expresión de la espiritualidad de una religión y el respeto a la institucionalidad religiosa. A la vez, son centros que son un atractivo espiritual y turístico que despierta la aspiración de los humanos a visitar por distintas motivaciones, reservadas en algún caso. Las personas buscan espacios de espiritualidad. Algunas “almas” confunden la espiritualidad y son totalmente supersticiosas. Sobre todo en Latinoamérica. Los temas de la fe y la superstición en la sociedad datan desde sus inicios y establecen modos de conducta que cambian las actitudes, según el momento y las actividades. Todos quieren vivir y todos quieren tener suerte y quienes o, qué les ofrezcan aquello, serán motivos para “atesorarlos” o buscarlos y obtenerlos. Dios es real y ésta realidad no es suficiente para los supersticiosos o personas que dudan de la existencia de Dios. Por ello acercarse a una religión o una práctica religiosa o no, son lo mismo. Porque para la persona ambos deben satisfacer su necesidad de tener y contar con un “mantra”, un “objeto de la buena suerte”, una la “palabra mágica” o “Diosito” Las vacaciones o momentos de recreo son momentos oportunos para adicionar a la efervescencia del descanso y el entretenimiento, la diversión y la suerte son el “seguro de vida” en el ocio. Por ello, la lectura de las cartas por la gitana, el hechicero que lee en el té, o la pitonisa que lee la palma de la mano; son destinos locales frecuentes. Para los más escépticos a las prácticas de la “magia blanca”, son obligadas la visita a los templos o la búsqueda de la roca bendecida o la bendición con agua del sacerdote. Y otros feligreses, con la idea fija y esperanzadora; de tocar el arco, la escultura o imagen de un Santo, o estar frente a un cuadro y sensibilizar su conciencia con escenas de la bendición o la muerte de un apóstol o el Señor. El turismo y los símbolos religiosos. Hay destinos turísticos que atraen a sus visitantes con las prendas, objetos y edificaciones que fueron, en algún tiempo, representación de la espiritualidad o el culto. Estos destinos, son atractivos porque ofrecen a sus visitantes maneras de sentirse satisfechos de recibir “bendición” y esperanza. Los lugares históricos y aquellos que enarbolaron un hecho y personaje espiritual o religioso, son los más preferidos; porque tienen una combinación de la realidad y la espiritualidad. Templos, salones, esfinges y museos, son lugares donde se contempla, se medita y se recibe satisfacción interior que, además de responder a la razón, llenan el corazón. Los habitantes de los lugares sagrados, nativos de experiencias sobrenaturales y gente común son los encargados de trasmitir generación a generación los hechos y los protagonistas de cada sitio. Las religiones y sectas son quienes sostienen la “aureola” y “verdad” de cada acontecimiento en la historia. Hay especialistas que están dinamizando estos sitios, para aumentar las visitas. Por ello, además de mejorar la infraestructura y condiciones del lugar donde se hallan las imágenes o la tierra “prodigiosa”, entendidos interpretan y escriben al respecto del patrimonio religioso y cultural. Este contenido, que encuentra circuitos de visitas, provoca un crecimiento de visitas guiadas que adicionan recuerdos en objetos y prendas. Hay libros y fotografías. “Lienzos”, botones y otros adornos que son el fuerte de propagar el lugar y crear un sentimiento de satisfacción en los turistas religiosos. El turismo religioso en desarrollo. El turismo religioso es una oportunidad para la empresa privada y gobierno de insertar lugares que, por su cercanía o sitio “religioso” y “espiritual”; se convierten en obligado paraderos y se hacen turísticos. Promover los sitios religiosos y todo lo que contiene la interpretación patrimonial del lugar es un “gancho” para hacer llegar al turista y aumentar la pernoctación. Esto amplia los elementos y atractivos, que por sí solos no podrían llamar la atención y provocar el interés de los visitantes. Un sitio de “paz” convierte la ciudad en lugar de reposo espiritual y físico. Se hace más estimulante al recreo y el solaz. La gente hace asociación de los detalles del lugar y de la localidad a la “rendición de culpas y paz interior”. Las edificaciones y los parques tienen otro color, textura y forma. La sensación con la montaña o la costa, según sea el sitio, son lugares que pueden convertirse en templos de meditación y, por consiguiente; distintos a otros que son importantes por la farándula, bullicio y fiesta. La comida, la vestimenta, las costumbres y, las personas tienen características especiales que refuerzan el principal objeto del turismo religioso. El turismo religioso ha cautivado al grupo humano de familia. En particular: Adulto y viejo. Mujeres y ancianos. Grupos que se siente vulnerables a la vida y a los acontecimientos de la cotidianidad. Por ello y, en consecuencia a los riesgos y amenazas a la sociedad, no están lejos de ser visitantes recurrentes de los circuitos religiosos; los jóvenes y señoritas que también demandan esperanza y seguridad. (JA)

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